CHI'IBAL UJ
El fuego ha decidido columpiarse en
aquella espalda recluta de besos,
el extremo de un cuerpo que cobija otro, sumándole
deseos.
Si es que al amor se le viste con
zapatillas rojas.
El aliento ha despertado fresco, la
costumbre plena de una risa mañanera o sexo quizá, tal vez, vaya a saber uno,
el sexo, el bendito sexo con sabor al hoy, a labios pequeños, el incesante
gemido que se desprende de una boca, visitando el beso, el cuello, la clavícula
paseada por cientos de flores, amarillas y azulitas, flores, rosas, azucenas,
margaritas, todas oliendo a jazmín, un jazmín o flor de tabaco, fumarlo,
follarselo al aire libre, con los pulmones al abrir y cerrar, santo tabaco o
cannabis.
El helecho aflorando verde, húmedo, tan pequeño
en ocasiones, sin ruido, nace y crece. Quizá algún día muera, pero hoy no, es
invierno y florece, trasciende, se agranda, es adulto, pero sigue siendo
planta. Y verde. Bello.
Las montañas se generan, el agua cae a través
de ellas y ocurre la magia, al dormir, aquel encanto vuelve para sí naturaleza
y es ahí donde ocurre todo, soñando, caminando con los pies descalzos mientras
la lluvia cae, las pequeñas goteras que del cielo viajan, bailan y vuelan, a
veces son una en dos, a veces dos en una.
La corriente, gracias al río, al fuego, al sabor que se pasea de glándula
en glándula, un beso inacabado, un poemario con una única palabra, el agua paseándose
entre dos rocas, una roca, cero rocas, un equilibrio sin muerte, la estabilidad.
Nubes que disipan, caen sus sueños y
regresan a ella. Todo se ama. Incluso el cambio.
Todo se ama, continua siendo secreto, no
hay nada, nada somos, solo esta risa, tan fuerte, tan viva, solo la comisura de
los labios llena de citas, los parpados llenos de arrugas, ojos achinados, carcajadas afuera, viento inundando el alma, llenándola,
desbordándola, abrigándola del calor, también del frío desnudo. Un barco que
arriba, un barco a la mar, a la espalda, al principio. La primera letra de todo
libro.
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